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Peligros de la ciencia. Reseña de ‘El autoritarismo científico’

Peligros de la ciencia. Reseña de ‘El autoritarismo científico’

Javier Peteiro ha escrito un libro valioso sobre un tema central: el cientificismo y su vertiente autoritaria. Peteiro es científico de gran formación y su crítica parte de la defensa del individuo, la ética, la libertad y la sabiduría. Lleva a cabo, con lucidez y cultura científica admirables, una crítica de la razón científica, porque es en términos kantianos como puede comprenderse su reflexión. El cientificismo es el discurso intelectual basado en uno o varios aspectos de la ciencia que se postula como respuesta única a las viejas y siempre renovadas preguntas de Kant: qué puedo saber, qué debo hacer, qué me es permitido esperar. No es extraño que algunos científicos hayan dado la espalda a la filosofía, especialmente tras los galimatías de una veta del idealismo alemán; pero hay una negación del pensamiento filosófico por parte del cientificismo que, como denuncia Peteiro, tiene raíces muy complejas y peligrosas. Algunos físicos persiguen, y quizás sea posible, una teoría que unifique la de la relatividad y la cuántica, pero difícilmente se podrá reducir a esa teoría unificadora la biología y la neurociencia.

Diversidad de lo vivo

La evolución puede aclarar la diversidad de lo vivo, pero el hombre es esencialmente creador y esta especificidad, contiene algo que escapa a las explicaciones estructurales o fórmulas reductivas. Peteiro se opone al reduccionismo epistemológico y ontológico. Es un gran defensor de la persona: como enfermo y no enfermedad, como sujeto de la sabiduría, que no puede ser colectiva, como sí lo es la tecnología y el saber socializado (científico), como ser responsable y, por lo tanto, libre, respondiendo así al casuismo cientificista que hace de nuestras pasiones una mera fantasmagoría de una realidad fuerte (físico-química-biológica).

La reacción de Peteiro frente al conductismo genético se basa en las mismas sospechas, añadiendo una eficaz crítica de la pretensión de que, aunque no conozcamos a fondo ni definitivamente nuestra naturaleza, sí podemos cambiarla. En los comienzos del XX, desembocando en el nazismo, fue la eugenesia; hoy es la tecnociencia puesta al servicio de un concepto simple y pragmático de lo que es complejidad e irresolución: la condición humana.

En este aspecto son muy importantes las páginas dedicadas a ciencia, mercado (industria farmacéutica) e ingeniería genética, vinculados a la salud entendida como felicidad, cuando no como inmortalidad. Señala los peligros de una ciencia dependiente cada vez más del mercado, en la que lo técnico y lo epistémico se dan la mano y, por lo tanto. empeñada en realizar lo posible. una ciencia «que ha dejado de leer el libro de la vida y ahora quiere escribirlo»; la comprensión de la mente reducida a cerebro y éste traducido a un software informático.

Sociedad y mercado

Es cierto: muchos científicos se oponen a esta noción basada en un fundamentalismo genético («todo está en los genes»), pero Peteiro se dirige, sobre todo, a los peligros ya existentes. Se trata de un libro crítico que no rehúsa designar el camino de un humanismo complejo cuya unidad es la persona. Javier Peteiro reivindica la necesidad de un lenguaje exterior a la tendencia cerrada del cientificismo, incapaz de examinar sus presupuestos. Esta debería ser la labor de la filosofía de la ciencia. Es urgente saber qué sociedad está proponiendo el cientificismo y sus aliados en el mercado mundial. Como conocimiento, la actividad de la ciencia va más allá de quienes la ejercen, de ahí la necesidad de restaurar las grandes cuestiones, afirma Peteiro. Cierto. pero ¿no ha expulsado la filosofía misma esas cuestiones, entre otras las metafísicas, que muchos científicos han hecho suyas?

Es admirable que al final de este libro —un libro necesario— Peteiro nos recuerde el verso de Hölderlin que postula habitar la tierra poéticamente: creativamente, que quiere decir descubrimiento (no invención), una actitud compatible con la ciencia, pero que el cientificismo ha expulsado de su tarea. Un tema inagotable surge de nuevo: ¿Cuál es nuestra naturaleza? Y hay que añadir: ¿cuál es la naturaleza de la naturaleza?

Nueva fe atea

Para llenar el vacío que han dejado los discursos tradicionales —sostiene Peteiro—, se sacraliza la ciencia, con el riesgo de que cualquier cuestionamiento se juzgue como retrógrado.

Ingeniería genética

Lo advierte este ensayo: la ciencia «ha dejado de leer el libro de la vida y ahora quiere escribirlo». A la izquierda, la oveja Dolly, que en 1996 se convirtió en el primer mamífero clonado.

Juan Malpartida, ABC