Poeta de la poesía, como describió Heidegger a Hölderlin, Jatsópulos va introduciendo, en cada uno de sus brillante sketches, las miríadas de puntos luminosos que configuran el manto poético de la vida humana, sin olvidar la infinita prole de anónimos vates que, sin saberlo, dan un resplandor lírico a la realidad, quizá porque en la silenciosa aceptación de la propia nadería se origina y arranca el mejor poema. En uno de sus apuntes, «Los desperdicios que traen las olas, oro», Jatsópulos nos recuerda que «lo fatalmente perdido sostiene a todo lo vivo que se mantiene a flote. En su alquimia todos los elementos encuentran su lugar en una fórmula que no existe, en un plan que no se deja ver. Lo superfluo y lo inútil están igualmente presentes, como los desperdicios —que la tierra engulle para fortalecerse—, un invisible tesoro colectivo».
F. Calvo Serraller (Babelia. EL PAIS 24/1/2004)
PREMIO NACIONAL DE TRADUCCIÓN A VICENTE FERNÁNDEZ POR VERBOS PARA LA ROSA
El talaverano Vicente Fernández González ha ganado el Premio Nacional que distingue la mejor traducción de un libro, en su caso Verbos para la rosa del poeta griego Zanasis Jatsópulos […].
30/10/2003 – Talavera de la Reina. Vicente Fernández González (Talavera de la Reina, Toledo, 1953) es profesor de griego en el Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad de Málaga y es la segunda vez que gana el Nacional de Traducción, ya que también lo mereció en 1992 por la versión que hizo del griego de la obra Seis noches en la Acrópolis, de Yorgos Seferis. La traducción que hizo Vicente Fernández del libro Verbos para la rosa (Esbozo de poética), de Zanasis Jatsópulos, poeta griego nacido en 1961, fue publicada por la editorial malagueña Miguel Gómez. En realidad, la obra premiada no se limita a esbozar la poética de Jatsópulos, sino que es «pura poesía», le dice a EFE. Articulada en tres partes, denominadas «conjugaciones», en cada una de ellas hay 21 fragmentos en los que «el autor se aproxima a la experiencia poética a través de una mirada muy delicada sobre cosas muy diversas del entorno». Fernández González, que vivió en Grecia de 1981 a 1993, cree que, en cierto modo, este libro «es poética que se hace poesía» y es «poesía medioambiental en un sentido filosófico», explica el premiado, quien reconoce que la traducción de esta obra le resultó dificilísima. Fue casi «como cuadrar el círculo». Ha traducido también a Costas Tsirópulos y a Costas Mavrudis, así como las antologías Once poetas griegos y Nueve maneras de mirar el cielo.