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Enrique Rivas. Psiquiatría-Psicoanálisis. La clínica de la sospecha

Enrique Rivas. Psiquiatría-Psicoanálisis. La clínica de la sospecha

El interés de esta obra es indudable porque busca respuestas a la pregunta de qué puede aportar el psicoanálisis al campo institucional de la Salud Mental y en especial al tratamiento de psicóticos que mayoritariamente depositan sus demanda en los recursos públicos.

Y la pregunta se concreta: ¿Es la Salud Mental un ámbito donde aún se puede encontrar la verdad singular e intransferible del sufrimiento, esa verdad que por un carácter único e irrepetible muestra que tras el dolor subjetivo se encuentra una historia a descifrar en la que cada uno se podría enfrentar a sus síntomas con el proyecto de su deseo?

El subtítulo del libro, La clínica de la sospecha, es una metáfora derivada de aquellos que pertenecieron al Pensamiento de la sospecha (Marx, Nietzsche y Freud) y hace referencia a la inquietante relatividad del vínculo intersubjetivo y terapéutico, así como a la crítica del pensamiento científico-natural y fenomenológico como instrumentos de comprensión y abordaje del sujeto representado en sus síntomas. Lo que ha conmovido y desestabilizado el sólido edificio de la praxis científica en el diversificado campo de la Salud Mental.

Este volumen se compone de una recopilación de trabajos producto de una década de reflexión del autor sobre la problemática de la intersección entre el discurso de la psiquiatría y el discurso psicoanalítico que emerge del cruce de ambos discursos, y que desde el punto de vista de la teoría de Lacan son antagónicos, el discurso del Amo (Psiquiatría) y el del Analista (Psicoanálisis).

El autor tiene razón cuando afirma en la introducción que si estos discursos divergen en cuanto a la estrategia operativa a alcanzar en función de la exclusión (Psiquiatría) o inclusión (Psicoanálisis) del sujeto que la ciencia concluye o rechaza, no necesariamente han de aniquilarse mutuamente. En los últimos años han ocurrido en Salud Mental muchos eventos o quizá han dejado de ocurrir, lo que obliga a repensar de nuevo lo que entendemos por Psiquiatría y por la función del Psicoanálisis.

Sin duda, uno de los verdaderos aciertos del Dr. Rivas es querer rescatar para el campo de la Psiquiatría la dignidad que por su mejor tradición merece ya que la Psiquiatría siempre ha procurado el esclarecimiento del enigma de la locura y ha estado comprometida en la búsqueda de la verdad. Pero también reivindica al Psicoanálisis como instrumento teórico­ práctico para que produzca la subversión epistemológica necesaria en el campo del «saber y hacer» sobre la patología del ser hablante. La Psiquiatría es una plataforma de control social que establece una red de recursos de sostén de los individuos con patología psíquica donde éstos mantienen un desorden subjetivo. Por su lado, el Psicoanálisis se ocupa del desorden subjetivo, tratando de confrontar al Sujeto con el Deseo que lo parasita y el Goce que lo consume para restituir sus vínculos sociales incluyéndole en el dispositivo analítico, una vez que sabe cómo le hicieron enfermar.

El autor proporciona soluciones o abotonaduras para los descosidos de la práctica en la Institución: un acto analítico es posible en las instituciones sociales en cualquier circunstancia donde un sujeto que sufre de lo real articule a éste en una demanda de saber atribuido al otro y haya promesa de encuentro del discurso del Amo y el discurso del Analista para que se opere un cambio o inversión del Discurso.

La intersección de los discursos que sostienen el campo de la Salud Mental (Psiquiatría Psicología, Sociología…) con el Psicoanálisis es la de establecer sus diferencias pero sin ignorar los puntos de conexión. De manera que el dispositivo comunitario ha de ser la plataforma de recursos de escucha donde se aloje la estructura de la palabra, la demanda y el deseo que enuncia el sujeto en su demanda. Por lo que se podría considerar una falsa discusión el encuentro o desencuentro entre Institución pública y Psicoanálisis, porque el psicoanálisis tiene que estar en la escena social en permanente interlocución con los desarrollos culturales, con la racionalidad de la é\\loca, con los discursos que se van articulando en torno a los efectos sociales y éticos que prorrumpen como nuevos malestares en la convivencia colectiva.

De este recorrido emerge la consigna de que el psiquiatra-psicoanalista receptor de la demanda, vendrá obligado a discriminar permanentemente en la diacronía de la cura y el acto de la escucha y la interpretación, en el acto de escuchar y decir su posición en el discurso, su condición de agente del mismo que puede estar basculando o rotando entre el discurso del Amo (maestro de lo que dice) y lo que se dice entre dos.

Este texto puede resultar fundamental tanto para la comprensión de la patología psiquiátrica como para el enfoque terapéutico de la demanda asistencial en la alternativa de la Salud Mental Comunitaria.

Lo verdaderamente importante, más allá de ciertas precisiones es la pujante realidad de la reflexión sobre los profesionales atravesados por ambos discursos, el psiquiátrico y el psicoanalítico que padecen esa conjunción-disyunción, ese encuentro-desencuentro, esa alienación­separación. Parecería que si para el poeta Rainer María Rilke la verdadera patria del hombre es la infancia para Enrique Rivas su verdadera patria es la preocupación por el sujeto que sufre y la restitución de su integridad.

La gran intuición y el valor de la obra es el análisis de las posibilidades de inserción del discurso analítico en su encuentro con el discurso psiquiátrico en los dispositivos asistenciales que la Administración oferta a la sociedad. Decía Heidegger que «solamente se puede pensar en griego y en alemán», después de la lectura de esta obra corroboramos que al filósofo también se le escapaba alguna que otra boutade. Este libro es la prueba del afán del autor por difundir sus ideas que ya ha ido diseminando en los últimos años por diversos foros.

Inteligencia, conocimiento y síntesis son las constantes de esta obra, y prácticamente en todos los capítulos encontramos algo original, pero habría que hacer al Dr. Rivas una objeción, y es su afirmación de que en el discurso de la Psiquiatría Comunitaria hay una nueva marginación del sujeto. Más aún cuando hoy la Psiquiatría o Salud Mental Comunitaria está por unas circunstancias o por otras cerca de la utopía.

Fernando Mansilla, Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, vol. XXI, núm. 78, 2001, pp. 162-164