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Entrevista a Daniel Díaz Godoy

De Torrox y con veintinueve años, Daniel Díaz Godoy es profesor y economista, tareas que a primera vista pudieran parecer muy lejanas a la poesía, pero que él compagina con naturalidad, sin desviarse de un camino que parece previamente trazado y en el que incluye la música como divertimento y el dibujo como plasmación plástica de una poética muy personal que no elude un cierto surrealismo. Con voluntad y eficacia ha ido escribiendo sus primeros libros en los que se puede apreciar un decidido propósito de búsqueda de una voz propia, desde la desnudez de las ortigas a este perfil de sombra, que una vez superado su testimonio de fuego, parece adentrarse por un camino enriquecido de experiencias, de vida y de lecturas.

 

José Infante: Esta es tu tercera entrega poética ¿qué aporta a la evolución de tu poesía?

Daniel Díaz Godoy: Es la primera vez que concibo el libro como una unidad y planteo su escritura pensando en que los poemas estarán conectados unos a otros. Esta idea de narrativa la he vuelto a realizar en otro libro que aún está inédito y es posible que esto sea una forma de evolución. Sin embargo, cuando pensaba que mi forma de escribir iba a cambiar en Perfil de sombra e iba a suponer un acercamiento a la afirmación de la voz poética, he visto que he escrito poemas posteriores que están muy alejados de este libro. Supongo que aporta al hecho de plantear la creación de libros como obra final, en lugar de plantear que el poema en sí es la obra y luego juntarlos como una antología de instantes.

Aún así, creo que este libro es una catarsis personal que ha servido para eliminar ciertos elementos y planteamientos de un momento muy concreto, con un ambiente centrado en el transcurso de la noche, así que puede que sea un libro diferente, dentro de mi obra poética.

 

J.I.:Poesía, música, dibujo, pintura… Abordas todas esas disciplinas, ¿cuál es tu actitud frente a cada una de ellas?

D.D.:Siempre he planteado el arte como una búsqueda personal, un desarrollo de ideas que me han ido ayudando a comprenderme a mí mismo y acercarme al autoconocimiento y conciencia de lo que me rodea. Además siempre sido algo necesario para mí.

Nunca me ha gustado separar las disciplinas y he preferido hablar de arte en general, tratando cada una de ellas como distintos lenguajes y formas de expresión. Pero es verdad que, últimamente, el dibujo y la pintura han quedado más al servicio de la ilustración de otras obras, y la música más orientada al entretenimiento. Ha sido la poesía la que ha asumido la carga más profunda y personal, creo que porque su construcción a través del lenguaje se presta más a esa búsqueda y comprensión.

 

J.I.: Primero escribiste en prosa, tienes un premio de relatos, ¿cómo fue que llegaste a la poesía?

D.D.: La escritura no fue la primera forma de arte que se me presentó, de hecho fue la última. Escribí algunos relatos tanteando la palabra y construía personajes muy meditativos que dejaban de lado la trama y la historia para centrarse en el monólogo interior. De esta forma, cuando descubrí la poesía (por el acercamiento a las tertulias del Pimpi y conoceros a vosotros), pude verla sin prejuicios y, como bien sabes, me ayudaste a darme cuenta de que lo que trasladaba a esos personajes literarios y escritos breves en prosa, era muy parecido a lo que se hace en un poema. Además siempre he sido muy plástico en el arte, cosa que encaja más con la poesía que con la prosa.

 

J.I.: ¿Cuáles son, más que tus influencias, tus referencias literarias y en qué modo han influido tus lecturas?

D.D.: Cada vez que me he acercado a una forma de creación, ha sido practicándola primero. Después, si me ha resultado satisfactorio, me he lanzado a investigar qué se ha hecho antes y a aprender de otros para avanzar. En el caso de la poesía ha sido igual, cuando me gustó descubrir el ritmo en la palabra, me dediqué a leer de forma obsesiva para conocer autores, generaciones, tendencias y traducciones de distintos grupos de poetas alemanes, ingleses, franceses… A día de hoy sigo buscando poetas que leer y releyendo mucho a los que más me han gustado. Esto me ha influido de forma general a interiorizar mejor la construcción de los versos, el ritmo, la forma de abordar los temas, etc.

De todo lo que he leído hasta ahora, los poetas a los que más vuelvo son Cernuda y Claudio Rodríguez. También vuelvo de vez en cuando a George Trakl o poetas que no tienen ninguna relación con lo anterior, como Ángel Gonzalez. Hubo un tiempo que estuve leyendo mucho a Pablo García Baena y a Vicente Aleixandre.

También es inevitable que me influyáis los amigos poetas, porque compartimos muy a menudo lo que escribimos y algunos ejercéis prácticamente de maestros.

Por otro lado, creo que la poesía y la construcción del lenguaje es algo tan personal que, cuando uno escribe de forma sincera, las referencias no suelen ser muy evidentes. Pero indudablemente están y son el aprendizaje.

 

J.I.: Hay una línea clara de poesía y otra más oscura ¿por cuál te decantas?

D.D.: Pues los poetas que más he estado releyendo suelen estar dentro del espectro de la línea oscura. También he escrito muchos más poemas evitando la anécdota y haciendo uso de la metáfora y la lírica. Sin embargo, últimamente busco concreciones en los poemas que se acercan más a lo claro y tampoco dejo de leer poetas que se sitúan en el espectro de la línea clara. Me interesa la poesía que me conmueva, que me impacte y en la que me pueda encontrar, independientemente del espectro en el que se sitúe.

 

J.I.: ¿Poesía biografía?

D.D.: Lo que escribo siempre está ligado a lo personal. No es que todo lo que viva esté en un poema, pero todo lo que escribo es reflejo de la experiencia y las vivencias que van erosionando y enquistándose, que tienden a salir fuera en forma de poema.

 

J.I.: ¿Cómo ves el fenómeno de las poesía en las redes sociales y todo el debate que ha suscitado?

D.D.: Creo que las redes sociales han hecho que surja la poesía comercial, algo que llevaba mucho tiempo en otras artes como la música o el cine. Escritos al servicio de un gran público que no suele ser lector de poesía. Esto ha hecho que otros poetas se centren en buscar alcanzar ese gran público y ser parte de la tendencia. El problema es cuando las redes sociales, con sus seguidores y likes, condicionan el poema, porque buscar formas amoldadas y agradables con intención de llegar a un gran público, sacrifica la honestidad con la obra y el arte. Para mí, lo comercial tiende a alejarse de lo artístico.

 

J.I.: ¿Hacia dónde va tu poesía? Pues sé que hay nuevo libro tras éste que ahora publicas

D.D.: Pues ese nuevo libro es muy diferente al que ahora se publica. Hay más luz y es bastante más largo. Se mantiene el planteamiento del libro completo como obra y existe una narrativa, que incluso podría relacionarse con Perfil de sombra. Pero no sabría decir hacia dónde va, es posible que hacia una línea más clara, ya que últimamente estoy concretando más y alejándome un poco del concepto abierto.

 

J.I.: ¿De qué manera influyen los premios, la multitud de premios que hay ahora en dar a conocer a un autor?

D.D.: Creo que influyen bastante, pero al mismo tiempo no lo son todo. Son una oportunidad de focalizar la atención en el autor o autora que lo gana y, al mismo tiempo, un mérito en el currículum que abre puertas a lecturas y festivales de poesía. Quizá antes, al existir menos premios, eran más llamativos, pero hoy día sigue habiendo tres o cuatro premios que ayudan mucho. También es importante la editorial que hay detrás del premio en cuestión. Puede que sea un premio poco conocido, pero si lo edita alguna de las grandes editoriales, también influye. Es un trampolín, a veces con demasiada importancia, del que poder saltar al panorama nacional. Por otro lado, no lo son todo porque entra en juego cómo el autor o autora mueva ese libro premiado. Hay autores y autoras que ganan un premio y con insistencia en presentaciones y búsqueda de críticas, hacen que sea un libro conocido, luego hay libros y poetas que ganan el mismo premio y apenas se conocen.

 

J.I.: ¿Tienes conciencia de una poesía generacional?

D.D.: Debe existir, porque la poesía está muy ligada a la vida y experiencia de quien la escribe, pero cuando leo a los poetas coetáneos, veo que la forma de escribir está atomizada. Puedo reconocerme en algunos y algunas, y puedo reconocer cómo otros y otras son afines entre ellos. Por otro lado, muchas veces parece que el concepto de las generaciones sirve más bien como explicación académica y para facilitar las distintas promociones, y acaba habiendo poetas “desgeneracionados”, como por ejemplo en la generación del 27, que quedan fuera las sin sombrero.