Pedro Bádenas de la Peña: «La obra de Cavafis es de una riqueza enorme por lo que dice y cómo lo dice»
―Hacer una traducción de las obras completas de Cavafis ¿es una heroicidad, una locura, o un ejercicio de amor hacia la Poesía?
―De todo un poco. El conocimiento de Cavafis fuera de Grecia ha sido paulatino. Siempre se partió siempre de los famosos 154 poemas publicados en 1935, en Alejandría, dos años después de la muerte del poeta. La primera traducción inglesa es de 1951 (por John Mavrogordato); las de mayor difusión fueron las de Rae Dalven(1961) y de Edmund Keeley y Philipp Sherrard (1975). En 1958 aparecieron simultáneamente las versiones francesas de G. Paputsakis y de Marguerite Yourcenar. En España, en castellano, apareció una primera selección de 25 poemas a cargo de Elena Vidaly José Ángel Valente (Málaga 1964). Luego, hasta 1981 vieron la luz entre nosotros unas diez selecciones de mayor o menor número de poemas, algunas relevantes como la de Juan Ferraté (Barcelona 1971), la de Lázaro Santana (Madrid 1973) o la de Luis de Cañigral (Madrid 1981). Es importante destacar que la primera selección, muy amplia, de Cavafis la publicó, en catalán, Carles Riba(Barcelona 1962); excelente traducción. Yo publiqué la primera traducción de la Poesía completa de Cavafis (Madrid, Alianza 1982) donde, junto a los famosos 154 poemas logré reunir 154 más; en total 268 poemas. Fue la primera vez que se reunía, totalmente sistematizada, toda la producción cavafiana; antes, incluso, que en la misma Grecia. Muchos de estos poemas se habían publicado en Grecia de manera dispersa y, bastantes, los localicé en viejas revistas literarias griegas. Bastante de este material que Cavafis a lo largo de su vida había ido reelaborado no se consideraba parte integrante de lo que los autores de la primera edición alejandrina de 1935 consideraban «canónicos». Desde 1982 hasta hoy he seguido trabajando continuamente en Cavafis hasta culminar hoy esta edición bilingüe con un total de 304 composiciones, con traducción cuidadosamente revisada y, creo, notablemente mejorada, anotada y acompañado de un amplio y riguroso estudio inicial. En suma, no digo que haya hecho algo heroico, sino que todo es resultado de una preocupación constante sobre un corpus poético que, por su importancia literaria, requería una dedicación absoluta por reunirlo, ordenarlo y, lo más importante, pulir y perfeccionar todo lo posible el «Cavafis» que he querido llevar al lector hispanohablante. En este sentido sí puede decirse que en mi trabajo es todos esto años ha habido mucho de amor a la Poesía en sí. Pero no lo olvidemos, el traductor queda siempre en la penumbra, su entera responsabilidad es hacer que el autor –Cavafis en este caso– ‘hable’ en español sin que el traductor traicione para nada la intención y forma de expresión del original. Por eso es fundamental que la edición sea bilingüe
―¿Qué claves principales tiene la poesía de Cavafis?
―Fascinación por el pasado griego: homérico, helenístico, romano y bizantino. Poeta-isla; es llamativo que siendo Cavafis un autor cuya vida solitaria arroja poca luz sobre su poesía, sin embargo la bibliografía sobre su vida y obra es aplastante. Profundo conocimiento de las fuentes, debido a su pasión por la historia, lo que no le convierte en un poeta-historiador, sino que en la historia encuentra paradigmas que encajan perfectamente con sus preocupaciones filosóficas. Esto le permite desarrollar una original e impactante profundidad psicológica en los personajes de sus poemas con los que el propio autor viene, muy a menudo a dialogar. Es determinante la inteligente utilización del recurso a la ironía, que impregna de un poso moralizante (mejor que ético) cargado de cierto escepticismo y relativismo
―Cavafis es un poeta griego atípico, sobre todo por su formación inglesa. ¿Cómo le influyó esa herencia de la lengua y de la literatura inglesa en su manera de ver la poesía?
―Cavafis es un autor griego atípico por muchos más motivos que su inicial educación inglesa, que fue importante, desde luego. Cavafis era un griego de Egipto y de familia constantinopolitana, no un griego de Grecia, esto ya implicaba condicionantes que determinarían su originalidad en muchos aspectos de su personalidad, lenguaje y percepción estética. La sociedad greco-egipcia en la que nació y vivió era totalmente distinta de la de Grecia; Alejandría era a finales del XIX hasta 1933, año en que muere Cavafis, un mundo multicultural y plurilingüístico. Cavafis, por razones familiares pasó de niño y adolescente mucho tiempo en Inglaterra, Francia y Constantinopla. Cavafis era prácticamente trilingüe (inglés, francés y griego) a lo que se unía una gran cultura por su pasión por la lectura, multiplicada por las tres llaves de las lenguas que eran suyas. Esa es la clave para entender su inmenso mundo interior que se manifestaría en su escritura.
―¿Es complejo traducir del griego al castellano la obra de Kavafis manteniendo la fidelidad de su poesía?
―Para un filólogo, como yo, la traducción de poesía es el mayor de los retos. En general, la traducción de poesía (antigua o moderna) es sólo una mediación entre el original y la lengua de salida. Mediación que es imposible que traslade al cien por cien todos los matices, connotaciones, etc. Por no hablar ya de elementos formales como la métrica o la rima. La traducción de poesía es el ejercicio más difícil, por eso resulta apasionante, para un filólogo que además debe, necesariamente, tener una sensibilidad poética en su propia lengua. Pero el reto no es insuperable (del todo); exige poner en tensión absolutamente todos los recursos a su alcance: conocimiento profundo de la lengua original, gran dominio de la lengua propia de salida y, lo más importante, una absoluta compenetración con el texto y el contexto del autor que se traduce. En realidad, mi manera de trabajar con la lengua griega no conoce límites. En el caso de cómo me he enfrentado al estudio, edición y traducción de Cavafis ha sido en cierto modo paralelo a la forma de escribir del autor. Cavafis reelaboró hasta el fin de sus días todos los poemas que iba reservando, retocando, rehaciendo, etc. En su proceso creativo tardaba mucho en conseguir «lograda» una composición; por eso nunca publicó en vida un libro completo, sino hojas sueltas o, como mucho, reducidos poemarios; sólo cuando estaba ya muy enfermo reunió esos famosos 154 poemas, que es lo que sus albaceas dieron a la imprenta en 1935, pero eso no significa que Cavafis rechazara o repudiara el resto de su poesía.
―¿En qué medida cree que la obra poética de Cavafis conecta con la de otros poetas como Verlaine, Rimbaud u Oscar Wilde?
«Cavafis tenía una sintonía con Oscar Wilde porque este tenía una gran formación como helenista»
―Cavafis conoció bien la obra de estos autores con los que, en muchos aspectos, conecta y no sólo literariamente. Con Verlaine comparte el simbolismo y de éste, junto con Rimbaud, el decadentismo. Con Wilde, el esteticismo y el carácter epigramático en muchos de sus poemas; en este punto es evidente que, formal y argumentalmente, Cavafis sintoniza con el epigrama helenístico, pero creo que los Epigrams de Wilde dejaron también huella en Cavafis. Esa sintonía es lógica, no por lo excéntrico y rompedor de Wilde, sino porque este tenía una gran formación como helenista y eso no se le escapó a Cavafis.
―Hábleme también del componente erótico y sensual en cierta parte de la obra del poeta
―El erotismo y la sensualidad son componente esencial en muchos de los poemas de Cavafis y la homosexualidad es indisociable de su personalidad. Por tanto el erotismo presente en la poesía cavafiana remite a ese condicionante personal. Lo significativo, en mi opinión, es que Cavafis explicita el erotismo por esa vía, no tanto por «romper» con el convencionalismo social sino porque el amor homosexual, precisamente por carecer –en el contexto social de su época– del factor estabilizador de la unión heterosexual o del matrimonio, le permite presentar de forma mucho más desgarrada los eternos problemas de las relaciones humanas, presentes también en la heterosexualidad. El amor, con independencia de su signo, está sometido las contingencias del azar, del exceso, del infortunio y de la muerte. Es relevante que la mayoría de sus poemas eróticos se centren en la tensión producto de la inseguridad, como, por ejemplo, el miedo al abandono de uno de los amantes, la angustia de una separación impuesta por las circunstancias. Otras veces la complejidad emocional cobra mayor sutilidad y la sensualidad pasa a ser un medio de expresión poética. Los matices son, por tanto, muchos, como todo lo derivado de la ambigüedad y contradicciones humanas cuando la persona se ve atrapada en deseos opuestos. El motivo de fondo que planea en casi toda su poesía gira en torno a lo tornadizo y relativo de las sensaciones, situaciones de la persona. Eso es algo que el propio poeta experimentó en su propia carne y sentimientos. Su gran logro fue proyectar todo eso –de forma magistral– en la constelación de personajes que desfilan en sus poemas de madurez.
―¿Por qué cree que es imprescindible leer hoy en día a Cavafis?
―La obra de Cavafis es de una riqueza enorme por lo que dice y cómo lo dice. No es, como muchas veces se ha afirmado, el inventor de una Alejandría mítica o el autor de un mosaico histórico-estético del helenismo o el escritor que osa desafiar convencionalismos por introducir el erotismo y la homosexualidad un sus poemas, sino que Cavafis es todo un creador de emociones artísticas sobre el problema atemporal, pero muy real, de la inestabilidad de los valores y de los juicios humanos. Esta inmensa, profunda humanidad, estéticamente expresada con una maestría perfecta, creo que convierte su lectura en un valor permanente y universal.
ABCdesevilla
Andrés González-Barba
04/03/2017