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Reseña de ‘Cuerpos del inconsciente: sus paradigmas y escrituras’

Reseña de ‘Cuerpos del inconsciente: sus paradigmas y escrituras’

Presentación del libro de José Ángel Rodríguez Ribas, »Cuerpos del inconsciente: sus paradigmas y escrituras’

El pasado 9 de junio de 2016 en el Centro Lacan, Sede de CyL y de su BOL de la ELP, en Valladolid tuvo lugar la presentación del texto Cuerpos del Inconsciente: sus paradigmas y escrituras. Al numeroso público asistente, contamos con la presencia del autor, la de Fernando Martín Aduriz y la de José María Alvarez. Ambos glosaron el texto destacando algunos puntos de resonancias tanto epistémicas, políticas como clínicas. A las posteriores palabras de agradecimiento del autor, siguió un animado y alegre debate. Reproducimos a continuación las palabras de uno de los intervinientes: Fernando Martín Aduriz.

 Conviene saber que el autor es una persona de saber reconocido en el campo de la psicomotricidad en nuestro país. Si a eso le sumamos su saber médico, y su saber de analista, se comprende que la tesis doctoral en psiquiatría, cuyo resumen es este libro, tiene un valor especial. Este libro va a ser un Manual. Me centraré para su presentación, hoy aquí y muy breve, en dos apartados del libro, la Introducción, y el capítulo dedicado al cuerpo en la enseñanza de Jacques-Alain Miller.

Exordio

«Ser incauto de un real —lo que yo alabo— es la única lucidez que le está abierta al cuerpo hablante para orientarse». Exordio del autor al comienzo de su Introducción, texto de Jacques-Alain Miller de 2014. Diré que ser incauto de lo real quiere decir, entre otras cosas, admitir haber sido tomado por el deseo del Otro. Lacan: «quien no está enamorado de su inconsciente yerra porque no es necesario saberse enamorado de su inconsciente para no errar, hay que dejarse hacer ser su incauto».

Introducción

El recorrido para dar cuenta de las desiguales consideraciones que el cuerpo ha tomado en cada momento histórico, da muestra una erudición en la que no falta autor que haya dicho algo interesante en relación al cuerpo y su correspondiente cita. Platón: «cuerpo es lo sensible, alma es lo inteligible», dualismo que inicia las partes extra partes. Cuerpo es la materia formada, para la escolástica. Hobbes: «Todo lo que, no dependiendo de nuestro pensamiento coincide o tiene la misma extensión que una parte del espacio». «El cuerpo es espacio relleno», Descartes. El cuerpo como un objeto de la mente humana, para Spinoza. El cuerpo físico como manifestación del cuerpo inteligible, Leibniz. El cuerpo impetuoso le permite un poder: Locke. Kant: primacía del cuerpo inteligible. Schopenhauer, filósofo del cuerpo, el cuerpo como sitio de las sensaciones y como cerebro.

Señalaré especialmente a Foucault. Nos acercamos a nuestros cuerpos merced a prácticas discursivas y contextuales, cual Lacan también dijo. Para MF, el cuerpo es superficie de inscripción de los acontecimientos. Y aquí quisiera hacer una breve digresión de actualidad, para mencionar el cuerpo de los niños. Hacerse con el cuerpo de los niños ha sido una constante. En El niño y la familia en el Antiguo Régimen (Philippe Ariés), se muestra ese esconder el cuerpo del niño indiferenciándolo del cuerpo del adulto, vistiéndolo como un adulto en miniatura, obligándolo al trabajo infantil, y sobre todo sofocando su deseo de actividad, de moverse. De hecho el capítulo II de ese libro se titula precisamente «El descubrimiento de la infancia». Circula por Internet unas frases de TEADIR-España muy expresivas: si tu hijo no está quieto, pregunta todo el rato, juega mucho, es curioso, salta por todos lados y se ensucia fácilmente, es muy probable que sea un niño normal. Apropiarse del cuerpo del niño tiene dos versiones hoy, por un lado apropiarse de ese cuerpo para construir el niño generalizado que nos rodea y no salir nunca de la infancia; y por otro lado otra lectura actual que es la medicalización de la infancia. Ese control disciplinario de los cuerpos de los niños abarca todas las figuras de la época que vivimos: la exigencia de deberes agobiantes, la píldora del metilfedinato, los esteroides cognitivos para aumentar el rendimiento, la desaparición de los juegos en la calle, el deporte como competición extrema y agresiva, incluso el dominio de las lenguas del Otro como inversión comercial y no como amor al saber que inaugura el paisaje de futuros políglotas iletrados (se calcula que en EEUU sólo 500 personas habrán leído Ana Karenina), el acoso escolar de los cuerpos, la sexualidad sin velo y el uso del cuerpo del niño como objeto mirado y fotografiado como nunca antes en la historia, y el uso de la tecnología como panóptico para vigilar y castigar (y castigar con la retirada de los cuerpos de esa misma tecnología que pone el adulto a su disposición, gadgets que son prolongación de los cuerpos en los nuevos cyborg).

Freud como descubridor del cuerpo contemporáneo a raíz de su investigación del fenómeno histérico y su abordaje a través de la palabra, permite al autor no esconder sus cartas: «volver a los orígenes literales de lo que los padres fundadores del psicoanálisis tomaron como rasgos significativos sobre el cuerpo para poder entender de manera pausada sus derivaciones posteriores…aportar nuestra modesta contribución a que ese ente llamado (un) cuerpo de por sí medido, percibido, evaluado, mirado, rajado, vigilado, afectado, deseado, deportado, operado, hablado, mezclado…pueda encontrar la dignidad que le corresponde como sujeto de transmisión y testimonio, más allá de cualquier pretensión objetivante, que como vale la pena recordar solo puede conducir a lo peor» (p. 50). Señalaré una intervención que imité de Françoise Dolto sobre el cuerpo de un niño. Un niño de cuatro años que no deambulaba sino a gatas, bloqueado en su desarrollo por una ambiente familiar desestructurado. Venía en brazos de dos monjitas desde una institución de orfanato. En una sesión pude repetirle la misma frase de Dolto: «anda con la mano que tienes en los pies». Ese abrupto mensaje se dirigía a la recuperación de su dignidad, a lo digno de un cuerpo aún fragmentado, y a la espera de reconocimiento de una palabra de adulto dirigida a él como sujeto y bajo transferencia. Cuando comenzó su andadura supe de mi perplejidad en vivo y en directo al comprobar que el cuerpo de un niño no puede ser solamente objeto de cuidados. Es la misma política del síntoma que ante un adolescente con quien construimos una fórmula, un pequeño espejo en su mochila escolar para impedir las constantes visitas al aseo a comprobar la existencia de su imagen, la que nos orienta en el psicoanálisis para no apropiarnos del cuerpo de un niño o adolescente con las regulaciones objetivantes, los reaprendizajes o las ingestas. Finalizaré con Miller: «Lacan da la razón al marqués de Sade cuando dice que se puede gozar solamente de una parte del cuerpo del otro… eso no es la verdad del cuerpo del niño. Del niño, se puede gozar del cuerpo en su totalidad. Y en eso podemos decir que su cuerpo, en su totalidad, es objeto pequeño a» (Cuadernos Andaluces de Psicoanálisis, p. 13, num., 16, 1992, Málaga). Y también recordar algo muy importante sobre la imagen del cuerpo en relación al niño: «Que el pudor del cuerpo no implica solamente que el otro no debe verlo. Porque, como saben muy bien los curas que educan a los niños, lo importante es que uno mismo no debe disfrutar de ver su cuerpo. Es decir, es como si la visibilidad, el hecho mismo de la visibilidad, fuera una violación, una profanación, porque en la luz misma, en la visibilidad misma, hay ya una encarnación del gran Otro». (Id. P, 20).

El cuerpo en la enseñanza de Jacques-Alain Miller

En lógica continuación con el apartado que acabo de mencionar encuentro en el libro de Ribas una pregunta y su respuesta. Miller responde a la pregunta de Aún en Lacan: «¿Qué es lo que tiene un cuerpo y no existe?», diciendo que el Otro con mayúscula. Esta referencia del autor en el libro cuando va recorriendo el estatuto del cuerpo a lo largo de la enseñanza de Miller me parece central. Se observa en nuestro momento y en nuestras consultas la presencia del Otro en los cuerpos, la moda del tatuaje, la escarificación nos muestra esa entrada del Otro y sus modos de ver el mundo. La superficie del cuerpo como lugar de escritura busca esa juntura con el Otro que no existe, central en la enseñanza de Miller, que el libro recorre paso a paso en un resumen muy denso, que a veces obliga a repensar lo leído. Allí están las nociones más conocidas y explicadas por Miller: Embrollos del cuerpo, a partir de la idea lacaniana de que lo real se encuentra en los embrollos de lo verdadero. El síntoma como un acontecimiento del cuerpo, la prisa como estatuto de objeto a (también hay prisa cuando de la verdad del sujeto se juega), la substancia gozante: soy luego se goza, eso es el cógito lacaniano. Hay histeria cuando se hace síntoma del síntoma, cuando se hace síntoma del síntoma de otro. Junto a sinthome y parlêtre, la noción de «escabeau», escabel: la sublimación freudiana más narcisismo, pues efectivamente se está del lado del goce de la palabra, y por lo tanto en la fabricación de sentido, mientras que el sinthome excluye el sentido.

Ya en la sinopsis final, el autor explica cómo se ha ido introduciendo el cuerpo en la enseñanza de Lacan, explicado y conceptualizado por Miller: «El cuerpo pues es, el equivalente del Otro del significante». El cuerpo imaginario, el cuerpo simbólico (mortificado), el cuerpo real (lo que goza).

Finalizaré con el debate que tenemos en nuestra Comunidad castellana acerca de la presencia del cuerpo del analista. En la p. 321 señala el autor: «es necesario que el analista ponga el cuerpo para representar la parte no simbolizable, lo que supone que más que agregar su cuerpo lo resta aunque es necesario que esté, es un mínimo». Nuestro debate apunta a situar la mirada como parte extra parte del cuerpo, y por ende a abrir el debate acerca de las intervenciones vía on-line, donde la presencia del cuerpo del analista permita el objeto voz y el objeto mirada. Un mínimo.

Gracias por el esfuerzo de este libro, y gracias por venir hasta nuestra tierra para presentarlo. Para nosotros ya será siempre inolvidable.

Fernando Martín Aduriz, Blog de la ELP