Virginia Woolf: una historia propia
En 1908 Virginia Woolf comenzó a escribir la que se convertiría en su primera novela, Fin de viaje, publicada en 1915; su obra, sin embargo, tardó bastante en estudiarse y reconocerse. En 1941 se quita la vida y no es hasta 1953 que su marido, Leonard, publicó una selección de sus diarios (Diario de una escritora). En los años sesenta su escritura comenzó a ganar impulso, fortalecida por la publicación de su autobiografía y por el apoyo del movimiento feminista. De ahí en adelante y hasta hoy, Woolf es recordada como una autora de gran importancia y como figura fundamental del pensamiento feminista.
Virginia Woolf nació en Londres en 1882 y allí se crio, concretamente en Kensington, Bloomsbury, Twickenham y más tarde en Sussex del Este y Richmond. La autora amaba su ciudad y la describe a fondo y con gran maestría a lo largo de su obra. Los recuerdos más intensos de su infancia tuvieron lugar en Cornualles, donde su familia pasaba los veranos hasta que cumplió doce años. En medio del paisaje salvaje estaba Talland House, la casa de vacaciones con vistas a la playa de Porthminster y el faro que más tarde sería el escenario de sus novelas. La influencia de estos tiempos es más evidente en Al faro, en el cual la familia de la autora se recrea bajo seudónimos. La muerte de su madre y la venta de la casa de Cornualles significaron el fin de sus veranos en la costa.
Durante su infancia, además, sufrió abusos sexuales por parte de sus hermanastros George y Gerald Duckworth. Aunque ella escribe sobre el tema en sus ensayos no ficticios A Sketch of the Past (Un bosquejo del pasado) y 22 Hyde Park Gate, no ha sido hasta hace poco que los investigadores han comenzado a estudiar sus trabajos para saber cómo lidió con la situación. En sus escritos, Woolf describe ocasionalmente el sentimiento de vergüenza que durante mucho tiempo asoció con los sentimientos sexuales.
Virginia fue una curiosa insaciable y se enorgullecía de ser autodidacta. Nunca fue a la escuela y aprendió todo lo que sabía de sus padres, de sus amigos y de los libros. De hecho, sus padres la criaron en un hogar alfabetizado y bien conectado en Kensington, frecuentado por notables pensadores y artistas de la época. Mientras dos de sus hermanos asistían a la Universidad de Cambridge, a todas las hijas se les enseñaba en casa. Esta diferencia de privilegios sería un tema recurrente en sus escritos.
En 1904, Woolf y su hermana, Vanessa Bell, se mudaron al centro de Londres y formaron el grupo Bloomsbury, una red de artistas, escritores e intelectuales que se reunía semanalmente. Woolf recabó material para sus escritos en disciplinas como la pintura, el arte o la psicología, pero también en lo mundano. Sus diarios y correspondencia revelan a una joven apasionada y humorística que amaba los cotilleos con sus amigas.
Virginia se casó con el teórico político y funcionario Leonard Woolf en 1912, quien la motivó y apoyó con gran paciencia durante todas sus dificultades. Mientras ella innovaba la literatura con sus ideas feministas progresistas, Leonard creó Hogarth Press, su editorial, en el comedor de su casa, donde operó incluso después del suicidio de Virginia dedicando gran parte de su vida a publicar sus diarios. La obra de Woolf, pues, va mucho más allá de sus novelas más famosas, La señora Dalloway o Al faro, y su bibliografía incluye ensayos, cuentos cortos, drama, biografías falsas, diarios e incluso libros para niños. Woolf era una apasionada de la escritura innovadora y experimentaba libremente con diferentes estilos; creía que uno tenía que arriesgarse y romper los límites para poder escribir literatura que valiera la pena. Aun así, era bastante sensible a las críticas y muy dura consigo misma.
Por otro lado, Una habitación propia es uno de los textos más conocidos y aclamados de la autora. Considerada como una obra feminista clave, la ira de Woolf por la falta de voz política y de poder económico de las mujeres resuena dolorosamente en la realidad de hoy. Sin poder ni dinero, las mujeres no han podido cultivar sus talentos ni han tenido oportunidades. Según la autora, si las mujeres tuvieran independencia financiera se les concedería un espacio literal y metafórico lejos de los hombres, lo que les habría permitido crear una gran obra literaria, igual en cantidad y calidad a la de los hombres.
Su legado también destaca por la variedad de temas que abordó, entre ellos la sexualidad. La escritora encarnó una amplia gama de comportamientos sexuales en sus novelas mucho antes de que el feminismo de la segunda ola hiciera posible hablar abiertamente sobre el sexo. Orlando, basado en la historia de amor del autor con su compañera Vita Sackville-West, es un buen ejemplo de cómo Woolf revolucionó los cánones literarios tradicionales. El protagonista de la novela, un poeta llamado Orlando, cambia de género de hombre a mujer a medida que la historia se desarrolla.
Fuente: Daze, Clara Hernanz
Traducción: Ignacio Pérez Cerón